La primera construcción de la iglesia de Cosme se hizo en Chupas, no prospero, la segunda construcción se hizo en la parte superior de la actual plaza de Cosme, no se concluyo por razones de peleas de personas que trataron de sugusgar a la población, la tercera tentativa fue en lo que actualmente se encuentra, con la firmeza de su población, los maestros constructores que edificaron son el Sr. José Rios y el Sr. Pedro Romero Cáceres, lograron construir el arco central y la torre, solo uno con la piedra sillar que trajeron de Gollpahuygo y la torre se cayo por descuido de las autoridades.
Desde que tenemos uso de razón , lamentablemente no hemos visto que las autoridades locales y religiosas se hayan preocupado en velar la conservación y mejoramiento de la iglesia. El esplendor que ahora tiene es por la intervención particular de personas que tienen interes en mejorar la imagen de Cosme
El 19 de noviembre de 1999 se presentó una solicitud al arzobispado de Huancavelica pidiendo la intervención de las autoridades eclesiasticas para la conservación de la iglesia, nunca se nos ha atendido, tambien se formó un comité de pro-reconstrucción de la iglesia que tampoco dió sus frutos, fue solo la emoción del momento, en tanto nuestra iglesia continuo en lamentable deterioro.
Los cambios actuales vienen a partir del año 2001, cuando el Sr. Manuel Romero Capani, agarra decidido y en forma voluntaria la mayordomia de Santa Clara de Cosme y dona diferentes mobiliarios y artilugios para la iglesia, y se sienta presedente de que todo mayordomo debe dejar algun bien para la iglesia y se hizo una lista de residentes cosminos en Lima, personas que tienen que pasar mayordomía en Cosme. como son los Sres. Julian Enrriquez Chavarría, Irineo Villafuerte Chavarría, Wilmer Quispe Huaira, Adrian Ponce Molina, Julian Chavarría Quinto. ver documentos
Cada vocación sacerdotal es un auténtico diálogo de amistad entre Cristo Redentor y un hombre que él, desde siempre y por amor, ha tomado de entre los hombres, desde antes lo ha escogido para servir al Señor y a las almas que se les ha confiado, con humildad y espíritu generoso.